Gaspar Noé dista mucho de ser mi director de cine favorito, pero la trama y el trailer de Climax me llamaron bastante la atención. Hoy en el estreno en el De Sitges, he podido comprobar que no solo me he reconciliado con el director, sino que además se ha marcado un peliculón de una intensidad enfermiza.

Un grupo de bailarines se preparan para salir de gira, y la noche antes de empezar esta ventura hacen una fiesta con sangria, y precisamente esta misteriosa sangria será la causante del Apocalipsis que se les vendrá encima.

A pesar de mi entusiasmo, Climax no deja de ser una película de Gaspar Noé, algo que ya se debería definir como un género de por sí, y esto implica que no va a gustar a todo el mundo. Para mí Enter the Void era repetitiva y no conectaba en ningún momento con la manera de contar la historia, pero con Climax me ha pasado todo lo contrario, y sus coreografías, su música, su fotografía y sus actores me han convencido desde el primer momento.

La película tranmite mucho, muchísimo, y en algún momento de la parte final, he llegado a sentir una gran incomodidad viendo lo que estaba pasando, por lo que pasaba, pero sobre todo por cómo pasaba, y cuando una película consigue afectarte de esa manera, quiere decir que ha acertado de lleno en su propuesta, o al menos en mi caso.

Climax es una película muy recomendable, pero ni para todo el mundo ni para todas las ocasiones. Estoy seguro que de haberla visto en casa no solo no me habría gustado tanto sino que incluso es probable que no la hubiese acabado de ver, porque la experiencia de ciertas películas es diferente en un cine que en el televisor, y creo que Climax es uno de esos casos.

Os dejo con el trailer y la divertida presentación que ofrecieron en el estreno del Festival de Sitges 2018.

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