Predator: Badlands

Predator: Badlands es una película de la que no esperaba demasiado, ya que me gustan bastante los Predators como personajes, pero sus películas no me dicen demasiado, y esta nueva entrega ha sido una gran sorpresa para mi, un espectáculo digno de ver en cines.

En un planeta hostil conocido como Kalisk, un joven Yautja llamado Dek es expulsado de su clan tras fallar en su rito de iniciación. Solo y marcado como presa, su destino cambia al encontrar a Thia, una sintética dañada de Weyland-Yutani que ha desarrollado conciencia propia. A pesar de sus orígenes opuestos, forman una alianza inquebrantable para sobrevivir en un entorno donde bandas humanas, criaturas mutantes y otros depredadores los acechan. A medida que Dek busca redimirse y escalar en la cadena alimenticia, descubre que su verdadero desafío no es solo cazar, sino enfrentar a una bestia colosal y casi invencible, un kaiju ancestral que representa el ápice del poder en este mundo destruido.

Si algo se le puede echar en cara a esta película, es la excesiva disneycificación que tiene. No puede evitar caer en los cliches de meter comedia por todas partes y un personaje que te saque la sonrisa cada vez que aparece, y podrían salir en cualquier momento los Guardianes de la Galaxia que no desentonarían, pero que puedo decir, funciona perfectamente. Por lo demás, la película se queda lejos de la crudeza de la primera entrega, pero ni falta que le hace, porque aquí hemos venido a pasarlo bien, a tener un espectáculo que nos motive para ir al cine. La historia amplía el lore de los Predators, y vemos a esta raza desde un punto de vista que nunca se había mostrado, algo que para mí, es de agradecer, porque le da una nueva profundidad, a unos personajes que siempre me habían llamado la atención, pero que nunca se había profundizado demasiado en ellos a pesar del potencial que tenían.

Mención a parte sus constantes referencias a otro universo cinematográfico del que no voy a hablar para no hacer spoilers, pero que a mí me ha encantado. Le ha dado unas posibilidades, que aunque ya existían en su universo cinematográfico, creo que nunca se habían aprovechado tan bien. Una excusa perfecta para ir a una sala de cine a pasar un rato estupendo.

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