Está siendo un buen año para el cine de terror, y tras el estreno de una de la mejor película de terror del año, Black Phone, llega Smile, con claras intenciones de arrebatarle el título.

Tras presenciar un extraño y traumático incidente con un paciente, la doctora Rose Cotter (Sosie Bacon) comienza a experimentar sucesos aterradores que no puede explicar. A medida que un miedo sobrecogedor comienza a afectar a todos los aspectos de su vida, Rose se verá obligada a afrontar a su problemático pasado para sobrevivir y escapar de su terrorífica nueva realidad.

Smile funciona perfectamente en lo que busca, con unos buenísimos jump scares que harán saltar de la butaca hasta a los más expertos en el género, pero esto no siempre es bueno, y a veces funciona pero no hay nada más detrás. Smile sin embargo, crea un imaginario muy interesante, que en algunos momentos me recuerda a el universo de Pesadilla en Elm Street, pero con su propia personalidad.

En su primera mitad, Parker Finn, el director, usa unos recursos muy interesantes, con unos primerísimos planos muy bien rodadlos, y unas escenas rotadlas que nos meten en la inquietante situación. En su segunda mitad, se deja de malabarismos, y se mete más en la acción y el terror, y quizás es aquí donde menos me funciona, pero igualmente, queda un resultado muy bueno.

Las actuaciones son bastante correctas con una Sosie Bacon, hija de Kevin Bacon, como protagonista, que resulta muy convincente, pero es su banda sonora, lo que te mete en el ambiente de lleno, con unos sonidos inquietantes y una música incómoda, que ayuda muchísimo a crear la tensión antes del susto.

Una película muy recomendable, que gustará a los fans del genero y refresca el cine de terror, que lleva unos años necesitado de divertidas propuestas.

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